jueves, 31 de enero de 2013

Compañías nocturnas

Últimamente tengo una nueva compañía nocturna. No despierta mis zonas erógenas, pero me susurra al oído y me sigue tanto en el sueño profundo como en la cercanía del despertar. Hay veces que, pasado el rato, la ignoro y me sumo en el sueño silencioso. Es la melodía de la música en la radio escuchada a través de auriculares para no molestar al durmiente vecino. Otorga la vitalidad de mensajes variopintos que, con un un espíritu u otro, nos quieren hacer llegar su aventura o mensaje. Tengo la discoteca mientras duermo. Solo falta el juego de luces, pero, claro, eso haría un poco más difícil la larga siesta. Hay gente que escucha programas de radio hablados por la noche; qué sé yo, pero no hay forma de meterme materia gris a esas horas. Además, me parece que entra más la emoción humana de esa manera. Serán temporadas. Dicen también que, si te acostumbras a escuchar la radio por la noche, a tener su compañía, luego no puedes dormir sin ella. Yo recuerdo una película, Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal, de Clint Eastwood, en la que el protagonista se pone una cinta con sonidos urbanos para poder dormir. Compañías nocturnas.

jueves, 24 de enero de 2013

Tradición e innovación

Cuando se quiere innovar en las artes, es difícil saber distinguir el punto entre lo que rompe moldes y abre nuevos caminos ante nuestro asombro o rechazo inicial, y lo que se convierte en un absurdo ejercicio de enrevesamiento por muchos conocimientos que tengas. Van Gogh murió habiendo vendido un solo cuadro, y creo recordar que fue a su hermano, pero la posteridad le dio reconocimiento: asombro, conmoción, ante una obra rompedora. Sin embargo, y es cierto que ha sido muy alabado, para mí la lectura de Poeta en Nueva York, del también universal Federico García Lorca, se hacía un texto incomprensible, que dificultaba el fluir por sus páginas y apenas proporcionaba un mínimo deslumbramiento. Quizá sea culpa mía. En cualquier caso, su posteridad ha podido perder un lector de no ser por ese par de obras teatrales suyas que tanto me llenaron sin necesidad de tanto enrevesamiento. Las artes pueden, así, resultar vacías tanto por caer en tópico como por un exceso de experimentación. Sin embargo, si te anclas en el tópico no avanzas, ni avanza la historia de ese arte, y si experimentas puedes dotar de un nivel nuevo, un tramo más, a esa larga historia que es esa arte en cuestión. Innovación y tradición, pues, son dos puntos alejados que nunca pueden dejar escapar su vínculo.

viernes, 18 de enero de 2013

El tiempo

El frío invernal paraliza cuando uno piensa en salir a la calle. Finalmente, coge el abrigo, quizá unos guantes con su gorro y su bufanda, y sale. Y uno piensa: qué diferencia de sensaciones, que cambio en el modo de vida, simplemente debido al clima. No acabo de comprender cómo esos exóticos países asiáticos como Tailandia ven cada año sus ciudades inundadas hasta el cuello y, como en un ciclo, luego van recuperando su normalidad hasta el siguiente temporal.

Acostumbrados como estamos en la costa a ver los cuerpos semidesnudos tostándose en verano o con unas ligeras camisetas de tirantes, en invierno la sugerencia es el atuendo, más o menos ceñido, más o menos conjuntado, más o menos formal, que hace imaginarcómo serán esas largas piernas o invita simplemente a pensar qué guapo está ese hombrecillo con su barba de unos días y el chaquetón. Quizá se encuentre ella a uno despistado, que va a su rollo con los auriculares y unos pantalones verdes. El complemento se convierte en protagonista, la naturalidad de los pechos desnudos o la tableta de él se esconden en líneas que deciden anunciarse o ser más discretas.

Hacía ya un tiempo que no llovía, tanto que ni me había parado a pensar en ello cuando esta mañana me ha sorprendido el agua cayendo del cielo. Tiene algo de melancólico, pero también de romántica aventura eso de atravesar calles lluviosas, cobijarse en un café ante los momentos en que arrecia con mayor crudeza. Y todo este frío, esta lluvia que nos impacta en una zona litoral de clima más o menos suave. Será vicio.

jueves, 10 de enero de 2013

Y la nave va

La mañana temprana hace que adelantes tareas sin ánimo de subir las persianas, en un despertar prematuro. Luego, primeros objetivos del día ya cumplidos. Desayunar, subir las persianas, ver cómo el sol aún hace el último esfuerzo por invadir una calle en la que la boca del metro está iluminada aún mientras vidas de rumbos muy diferentes van entrando en ella. Hormigas. Un país lleno de pequeñas hormigas que, quizá, realizan un recorrido hipnótico a lo largo del día entre la desorientación y la ansiedad por la ausencia de un trabajo. No son las cifras que anuncian los medios lo más impactante, es verlo en la vida que te es más o menos cercana. Nos ha invadido. Y mientras tanto, gente trémula ante su futuro coge el metro camino del trabajo, que, no, no debe quejarse: es ya una bendición.

Los árboles invernales muestran sus ramas desnudas, quizá alguna hoja seca a la que se le ha olvidado que, en España, lo suyo es quedarse descolgada. El sol se enseñorea ya, los coches circulan con más densidad, los autobuses no dan la impresión de llevar zombis al patíbulo: la luz del día hace su color rojo más vivo. Al fin y al cabo, el ser humano debe tener ese sano derecho a sentir alegría, por pequeño o grande que sea su motivo. Tirar para adelante. A pesar, de que los políticos mienten y roban como siempre lo hicieron, de que pagan justos por pecadores. De que a este país le falta salud y, precisamente, el sector sanitario sufre grandes recortes: Madrid, Cataluña... Unamos España a través del AVE, y unámosla con Francia. No, unamos Cataluña con Francia. Conflictos añadidos, despropósitos de falsos visionarios a uno y otro lado. Falsos mesías por todos lados. Se dice que de estas situaciones surge un gran arte, también que, no queda otra, estamos al final de una época y en el umbral de otra ¿Que repetirá falsos parámetros de esta con el motor mejor engrasado, las ruedas renovadas, el diseño cambiado, pero el mismo piloto para el coche de alta gama y la misma ingente cantidad de gente para un metro con un, llegará el momento, par de líneas nuevas? No olvidemos que también hay gente noble o al menos meritoria que llega hasta arriba con justicia, y que obra bien. No olvidemos que hay gente ejemplar. No olvidemos que hay un resquicio para la felicidad.

jueves, 3 de enero de 2013

Hacia lo cotidiano

En estas fechas uno pasea por la noche en las calles cocurridas del centro o del barrio y se encuentra las lucecillas festivas prometiendo felicidad y buenos augurios. Es el momento para tomarse un chocolate caliente, curiosear entre las tiendas a veces inaccesibles. Es también el momento de sentirse parte del bullicio navideño, parte del grupo. No importa que los regalos hayan menguado este año: papá Noël está en horas bajas aunque todavía quede la esperanza de los Reyes Magos. Vemos al Papa en su misa por la tele (libre albedrío: yo cambio de canal a los dos segundos), el concierto de año nuevo. Quizá nos regalamos más cariño del habitual. Yo me he regalado un detalle a mí mismo, con sorpresa, humana y literata sorpresa, incluida. De esas que dan ánimo. Y de repente, las navidades comienzan a expirar, muchos tienen que espabilar antes de Reyes: ha pasado ya toda la fantasía como si de un sueño se tratara y solo queda de ella el ratito que se pasa en la calle del trabajo a casa. El frío está presente con fuerza, pero ya miramos hacia los días de luz cada vez más largos, la primavera más cercana, y la posible felicidad cotidiana.